La obediencia, otra virtud díficil. Qué maravilla vivir en una casa ordenada y donde cada cual cumple y obedece puntualmente las órdenes superiores. Qué vida más armoniosa y cómoda en una casa donde cada objeto ocupa el lugar que le corresponde y cada persona también.
Es el ideal de la convivencia, aunque, a veces, cuesta obedecer. Lo difícil, irse a la cama puntualmente. Levantarse puntualmente. Estudiar cuando corresponde. Callarse cuando nos reprenden.
Y considerar que los padres, en general, al ordenar y mandar aquello que conviene al bien de los hijos, representan la ley de Dios. Son los encargados de regir la casa, de gobernarla. Unos hijos disciplinados seran luego ciudadanos disciplinados, capaces de respetar la ley y de colaborar en su cumplimiento.
Sacado de un libro de texto de "Formación político-social" de primer curso de bachillerato del año 1959
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